



Capítulo 1.
Un mago impertinente.
Érase que se era la verdadera historia de Frodo Bolsón, un hobbit de la Comarca. 

Su tío Bilbo le había dejado en herencia un peculiar anillo.   Pobre iluso.  Creyó que era un regalo exclusivo para él.  «Mío, solo mío», había pensado.  Y no era así.   

Un día llegó un viejo mago cuyo nombre era Gandalf el Gris. Lo llamaban “el Gris” porque solo aparecía para anunciar malas nuevas.  Y ciertamente grises eran las que traía para Frodo en aquel radiante día de sol.

-No Frodo, el anillo no es para ti -dijo con poco tacto-. Es más, la realidad es que tu tío Bilbo te lo encomendó para su custodia y entrega a otra persona.

Era como quitarle un caramelo a un niño ilusionado con la expectativa de hincarle el diente. Pobre Frodo.
​
​
-¡Pero si fue un regalo de Bilbo! -exclamó sin poder reprimir su enfado-. ¡Y que te quede claro viejo brujo! Le tengo mucho aprecio porque me hace invisible, puedo fardar de anillo y lo más molón es que con el fuego aparecen unas letras inscritas aunque no entiendo su significado -enumeró seguidamente e igual de enfadado.- Seguro que dice "Para Frodo con amor"-. Concluyó satisfecho pensando que este ardid convencería a aquel inoportuno mago.



Gandalf no pudo más que reirse con su pueril rabieta. "Hobbits"... Pensó. Sin embargo su atención la captó su último comentario, el que hacía referencia a aquel misterioso grabado a fuego y, con celeridad, su ingenio de mago averiguó el significado de aquellas misteriosas letras. Entonces le asaltaron las dudas acerca de si la sortija sería o no de utilidad.

Qué mazazo se llevó el pobre Frodo al pensar que tenía que desprenderse del anillo, pues en su fuero interno estaba convencido de que era único. Nunca antes vio otro igual. La de bromas que podría haber gastado con aquel anillo de imbecilidad... perdón, invisibilidad, sobre todo a ese presuntuoso de Harry Potter y su capa mágica.

Gandalf, mientras le mostraba la ruta a seguir en uno de los mapas de Bilbo, escuchó un ruido proveniente de afuera, bajo la ventana, entre los setos.
-¡Ven acá Samsagaz!- dijo con voz enfurecida y que a Frodo se le antojaba cada vez más insufrible-. Tú le acompañarás por ser tan cotilla. -Le recriminó al tiempo que lo pescaba con el bastón.




Pero no conforme con solo dos hobbits el anciano salió un momento y regresó con dos perplejos hobbits más, los cuales respondían a los nombres de Merry y Pippin.



-Tu misión Frodo es la de llevar este anillo a Bree y entregarlo a un montaraz de cuyo nombre no quiero acordarme que allí te espera. -Fue lo último que farfulló antes de azuzarlos a todos fuera del agujero hobbit con su dichoso bastón.



Fin de Capítulo.
