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Lalaith

Actualizado: 26 jul 2023

1. Introducción.


En las narraciones de J.R.R. Tolkien, existen otros personajes fugaces y menos conocidos. Este es el caso de Urwen, hija de Húrin y Morwen, hermana de Túrin.

A ella dedico esta corta publicación.


Su historia se cita tanto en el libro de los Cuentos inconclusos de Númenor y la Tierra Media, como en Los hijos de Húrin.


 

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2. Las vicisitudes de Urwen.


Urwen era la hermana pequeña de Túrin, hijos de Húrin y Morwen, nacida en el año 466 de la Primera Edad del Sol, un día de primavera. Turín profesaba un gran afecto hacia su pequeña hermana, aunque no era habitual que jugara con ella. Sin embargo, seguramente a raíz de algún sentimiento de sobreprotección, le gustaba observarla y vigilarla mientras ella corría y cantaba.


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La residencia de la familia de Túrin se hallaba al noroeste de las tierras de Beleriand, en la región de Dor-lómin en Hithlum.

De la pequeña Urwen se decía que:


"Cuando corría por los campos, sus cabellos eran como los lirios amarillos en la hierba, y su risa como el alegre sonido del arroyo que bajaba cantando de las colinas y pasaba junto a los muros de la casa de su padre" (Los hijos de Húrin, cap. «La infancia de Túrin»).


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Por las tierras donde vivía Urwen y su familia corría un arroyo, con orillas y campos salpicados de lirios amarillos. El nombre del arroyo era Nen Lalaith, que signica "Corriente Reidora". Fue así como los habitantes de la zona comenzaron a llamar a la pequeña niña "Lalaith", que significa "risa".


Lalaith transmitía a sus corazones una inmensa alegría. Era bella como una niña Elfa, a los ojos de Húrin, su padre, pero para él era, aún si cabe, más bella y más querida porque, a diferencia de los elfos, su vida era efímera.


Cuando Turín tenía cinco años y Urwen solo tres, durante el otoño del año 469, se cuenta que llegó desde Angband, traído por los vientos y probablemente urdido por Morgoth, el Mal Aliento. Era este una suerte de Peste que hizo enfermar y morir a muchos Edain en todo Hithlum.



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Turín enfermó gravemente, pero se recuperó. Cuando despertó de esa terrible Peste por quien primero preguntó fue por Lalaith, su amada hermanita. Por respuesta le dijeron que no pronunciara nunca más el nombre de Lalaith pues había muerto. Turín así lo hizo, más esa noche lloró lágrimas amargas en soledad y nunca más pronunció, ante su madre Morwen, el nombre de su querida hermana.






«Y cuando Morwen vino a verlo, Túrin le dijo:

—Ya no estoy enfermo y deseo ver a Urwen; pero ¿por qué no debo decir nunca más Lalaith?

—Porque Urwen está muerta y no hay risa en esta casa —respondió ella—. Pero tú vives, hijo de Morwen; y también el Enemigo que nos ha hecho esto.»

(Cuentos Inconclusos de Númenor y de la Tierra Media, «La historia de los hijos de Hurín, cap. 1 La infancia de Turín»).


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3. Poema a Lalaith.


Como esta historia me resultó de honda tristeza y desasosiego, quise escribir y dedicarle un pequeño y modesto poema.


POEMA A LALAITH


Silencio. Solo hay.

En la campiña, sobre la hierba,

los lirios no se mecen.

Ondear el aire en falta echa

su dorado cabello.


Silencio. Solo hay. En Dor-lómin cayó una pena, congoja a Túrin ciega.

De Angband el Mal Aliento llega,

de su hermana condena.


Silencio. Solo hay. Porque el arroyo no refleja

tu efímera sonrisa.

Del cielo lágrimas gotean y el sol oscuro cierne.


Silencio. Solo hay.

Quietud que a Túrin desespera

por su risa que ya es ida

por su melodía desecha.

Silencio y más silencio.


¡Oh mi pequeña Lalaith!


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